Por: María Morales Isla / Unidad LR Data
Publicado el 03 de marzo de 2022
J.P., de 24 años, vive en Aucayacu, un distrito ubicado en la selva de Huánuco. Hace unas semanas, comenzó a sentir malestar en el cuerpo y fiebre. Junto a ella, su hija de 1 año también presentó los mismos síntomas. Sospechó que se habían infectado de COVID-19, pero su prueba resultó ser negativa. La respuesta, sin embargo, fue una enfermedad transmitida por el mosquito aedes aegypti. Es decir, tenían dengue.
La joven lo sufrió en riesgo mayor, de modo hemorrágico, y requirió transfusiones de sangre tras la disminución de sus plaquetas. Pero su historia no es un hecho aislado. Así como ella y su hija, 8.847 personas se enfermaron y otras 15 fallecieron a nivel nacional hasta finales de febrero de 2022. Una cifra que supera la cantidad reportada en el mismo periodo en 2021, según el Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades del Ministerio de Salud (Minsa).
Lo cierto es que el dengue es un enemigo ya conocido e instalado hace 30 años en el país. Aunque su problemática responde a muchos factores como el cambio climático, la migración, entre otras causas, las principales son la desigual atención para tratar el virus, la reducción de su presupuesto y la falta de acceso a agua potable.
Dengue y coronavirus: dos enfermedades prevalentes en Perú
En 2022, los incrementos de contagios de dengue se han registrado en 20 regiones del país. Principalmente, las infecciones se concentran en Ucayali, Huánuco, Cajamarca, Cusco, San Martín, Piura, Junín y Loreto.
La cifra de fallecidos también se incrementó este año. Las víctimas mortales, que incluyen a dos menores de 8 y 10 años, se registraron en Piura (4), Madre de Dios (3), San Martín (3), Ucayali (2), Huánuco (2) y Amazonas (1). Ante esa situación, el Minsa activó una alerta epidemiológica.
Según el infectólogo Lesli Soto, al inicio de la pandemia, en 2020, ya se contaba con una endemia de dengue en la Amazonía peruana, la cual se dejó de atender por la COVID-19 y permitió la proliferación de la enfermedad en el país.
“Con la pandemia, disminuyeron las intervenciones para controlar y erradicar los mosquitos, como las fumigaciones, porque todo se destinó a atender la COVID-19”, explica.
En ese escenario, la sintomatología del virus transmitido por el mosquito aedes agypti era confundida con la del coronavirus; incluso, algunos pacientes desarrollaban ambos casos.
Por ejemplo, J.P. recuerda que en ningún momento pensó que se había infectado de dengue. De hecho, su preocupación se trasladó a la posibilidad de contraer coronavirus. Lo mismo presenció con su hija, quien contrajo los dos virus: “Mi hija fue positiva a dengue y COVID-19. Se nos complicó todo”, añade.
De acuerdo con Soto, alrededor de 3.700 personas contrajeron ambos virus durante la pandemia, algunos lamentablemente fallecieron, aunque desconoce la cifra exacta.
“Tenemos una mezcla de dos enfermedades que son prevalentes. (Su desarrollo) depende de la capacidad del organismo para enfrentarlas y si ambas (COVID-19 y dengue) se dan de forma leve o grave”, sostiene.
De otro lado, Pedro Valencia, médico del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, puntualiza que el dengue no tiene tratamiento ni antibióticos y tampoco vacunas, por lo que las medidas del personal de salud solo es menguar los síntomas.
“Lo único que se hace es (analizar) si el virus produjo la disminución de las plaquetas. Si es así, le damos plaquetas. Pero, hay pacientes que llegan a UCI y con la COVID-19 las camas estaban contadas”, precisa.
Poca ejecución para combatir el dengue
Con una pandemia y una endemia encima, ¿qué hicieron los gobiernos regionales para combatir el dengue? En 2021, estos presentaron poca ejecución en la atención de tratamientos en viviendas y a pacientes con enfermedades metaxénicas, transmitidas por un vector o huésped intermedio, y zoonosis, de contagio directo por un animal.
De acuerdo con la “Evaluación de los programas presupuestales de salud” del Ministerio de Salud, al primer semestre del 2021, los gobiernos regionales de Lambayeque y Madre de Dios no presentaron avances de metas físicas sobre “Viviendas protegidas de los principales condicionantes del riesgo en las áreas de alto y muy alto riesgo de enfermedades metaxénicas y zoonosis”. Así también, Huánuco y Piura no superaron el 30% de la ejecución, pese a que son de las más afectadas.
En ese mismo informe, respecto al tratamiento de enfermedades metaxénicas y zoonosis, otras regiones perjudicadas como Loreto e Ica no superaron el 25% de su ejecución.
Menos presupuesto
Mientras la atención se ha centrado en el coronavirus, el dengue enfrenta una reducción del presupuesto en cerca del 30%. De acuerdo con la presentación del exministro de Salud Hernando Cevallos ante el Congreso de la República, el monto destinado para enfermedades metaxénicas y zoonosis, era de más de 88 millones de soles para el 2022, mientras que en 2021 fue de 122,5 millones y, en 2020, de 139,4 millones, aunque una cantidad de este último monto se destinó a la pandemia.
Luego se confirmó que, según el Presupuesto Institucional de Apertura 2022 para el programa presupuestal 0017 enfermedades metaxénicas y zoonosis, el monto destinado este año es de 90 millones de soles. La principal reducción se muestra en las acciones para informar a los pobladores sobre los mecanismos de transmisión de las enfermedades, que pasó de 19 millones (2021) a 6 millones de soles (2022).
Sin embargo, las cifras sobre el conocimiento del dengue son desalentadoras. Según los “Indicadores de los Resultados de los Programas Presupuestales 2020” del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), solo el 6,3% de las personas mayores de 14 años a nivel nacional reconoce los síntomas y sabe a dónde acudir si lo contrae. En zonas golpeadas por el virus, como la selva, el 17,4% reconoce los signos de la enfermedad. Aunque, en la costa, es aún menor: 6,4%, pese a que el virus ya se encuentra en zonas como Ica o Lima.
Para Soto, uno de los factores sobre el desconocimiento del dengue se debe a que la campaña contra la enfermedad se realiza cuando ya hay casos de infectados en un determinado sitio.
“Cuando aparece la enfermedad en una zona, se empieza la campaña de información sobre el cuidado en ese lugar, pero si no es así, no hay mucha información. Por eso, la gente de la selva conoce más sobre el dengue”, aclara.
En tanto, los indicadores sobre las acciones preventivas a tomar en reservorios de agua también son bajos en regiones afectadas como Huánuco (3,9%), Loreto (10,9%) y Madre de Dios (7,3%).
Según Soto, las medidas implican tener las ventanas cerradas, contar con mosquiteros, entre otros; pero, en la selva, algunos no lo realizan por el calor, sobre todo en áreas más alejadas.
“En selva adentro, hay casas que no tienen mosquiteros o ventanas por el calor. (...) No se puede erradicar; además, siempre habrán reservorios de agua por las lluvias”, afirma.
Otro de los programas que ha sufrido una reducción es el tratamiento de enfermedades metaxénicas en pacientes, que presenta 17 millones de soles para el 2022, mientras que el año anterior fue de más de 25 millones.
La República se comunicó con la Dirección de Enfermedades Metaxénicas y Zoonosis del Ministerio de Salud para conocer sus acciones sobre la endemia, los motivos de la disminución del presupuesto y la cifra de infecciones por coronavirus y dengue. Sin embargo, no obtuvimos respuesta, debido a que la titular se encontraba con permiso, tampoco nos pudieron contactar con otro funcionario.
El problema histórico del acceso a agua potable
Pero, más allá de la pandemia, ¿qué hace que el virus persista en el país desde hace 30 años? En un artículo publicado en 2005 por César Cabezas, exjefe del Instituto Nacional de Salud (INS), se detalla que las condiciones de saneamiento son uno de los factores que han permitido la expansión del dengue, incluso en zonas desérticas como Lima, particularmente en distritos periféricos donde no hay alcantarillado o agua potable.
Desde entonces, el panorama no ha cambiado. Según el médico Pedro Valencia, el principal impedimento para erradicar el dengue es el acceso a agua potable, debido a que los reservorios mal cuidados atraen al mosquito aedes aegypti, transmisor de la enfermedad.
“Tenemos más de 30 años con esta enfermedad, todos los años hay brotes, que son asumidos por los gobiernos y durante un tiempo se comienza a fumigar (...) Si se analizan las medidas preventivas se observa que son las mismas. Se le dice a las personas que no tengan el agua expuesta, más de 30 años que se dice eso, y el problema sigue siendo el mismo: la falta de agua potable”, recalca el especialista.
De acuerdo con el informe técnico “Perú: formas de acceso al agua potable y saneamiento básico, 2019” del INEI, la población de Tumbes (78,8%), Ucayali (75,7%), Huánuco (73,1%), Puno (71,6%) y Loreto (56,3%), presentan menor cobertura de agua por red pública.
Estas regiones son, precisamente, las más golpeadas por el dengue. “Si no tengo agua, voy a tener que reservar y si no está bien cuidada o tapada, aparece el mosquito”, dice Soto.
En ese panorama, el especialista Valencia pide que la atención se dirija a eliminar el vector del dengue, eso implica políticas públicas. Sin embargo, aun así no basta, pues asegura que se debe atender la enfermedad.
“Si abandonamos el control del dengue, abandonamos a las posibles víctimas. (...) No solo es dar políticas públicas. Es una enfermedad que produce muertes cuando son muy graves, por más que se le ponga atención, el paciente fallece”, sostiene.
Del mismo modo, el infectólogo Soto insta a reforzar las medidas de prevención por medio de fumigaciones, colocación de sustancias en los reservorios de agua y bloquear el paso del virus de una zona a otra.