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Agua potable, un derecho negado a medio Loreto

El 43,7% de loretanos no tiene acceso al servicio de agua potable o tratada. Es el mayor déficit en todo el país, según el INEI, y afecta principalmente a la niñez de las zonas rurales de la región, quienes enfrentan cuadros graves de parasitosis y anemia ante la carencia de este recurso. Si bien existen soluciones, urge una decisión política.

Por: Pamela Huerta Bustamante / Unidad LR Data
Publicado el 22 de diciembre de 2021

Conducir un peque-peque para cruzar el río Itaya y cargar recipientes con agua es la tarea interdiaria de un pequeño de ocho años, quien apenas supera los 20 kilos. Su peso es exacto para generar el equilibrio que necesita la embarcación donde también está su madre, Viviana Aguirre Inhuma. Ellos viven en el centro poblado San José, ubicado en el distrito de Belén (Loreto), conocido como la ‘Venecia amazónica’, por sus construcciones de palafitos y las inundaciones en épocas de lluvia.

Están rodeados por agua; sin embargo, irónicamente, deben comprar el recurso al otro lado del río. “El riesgo de hundirnos o que la lancha nos apriete es alto, más que todo cuando mandamos a los niños a comprar agua, como yo, que tengo a mi hijo que maneja el bote. Estamos cansados, resignados, esto es de todos los años y no hay solución”, lamenta la señora Aguirre, quien es parte de la tercera generación de su familia que no tiene acceso a agua potable o tratada, como casi la mitad de los loretanos.

Para el 43,7% de la población en esta región del país (386.094 personas), tareas tan cotidianas como asearse o cocinar son un privilegio. Según el informe técnico “Perú: formas de acceso al agua potable y saneamiento básico, 2019” del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), no tienen acceso a este recurso hídrico ni a través de una red pública ni mediante un pilón, lo que representa el mayor déficit del servicio a nivel nacional.

La señora Aguirre, quien madruga junto a su hijo para hacer una larga cola flotante y comprar agua, siente su realidad como una condena perpetua. “Mire cómo los niños se van a bañar al río, tienen que irse lejos porque acá está oliendo feo el agua”, afirma, mientras contempla a los pequeños de su barrio alejándose de las orillas contaminadas del río Itaya.

Un problema de planificación urbana

Pero el acceso al agua potable o tratada no es un problema aislado. Pasa por temas de infraestructura, planificación urbana, fuentes de energía y, sobre todo, voluntad política. Este último factor, de acuerdo al ingeniero Marcos Vargas Schrader, exgerente de Sedaloreto, es clave para revertir las alarmantes cifras en la región. “Es un tema de decisión política y, obviamente, viene acompañado de un aporte financiero”, manifiesta.

Explica que en el caso de la provincia de Maynas se contempló que el crecimiento demográfico se daría hacia la zona sur de Iquitos, capital de Loreto, lo que sucedió hasta que el territorio ya no se dio abasto y empezaron a incrementarse los asentamientos en las riberas del Itaya. “No hay una planificación urbana, la gente se va a vivir en las zonas inundables y los políticos en campaña les ofrecen agua, luz y luego se olvidan”, agrega.

Pequeño de 8 años manejando un peque peque cargado de agua a través del río Itaya. Foto: Marco Cotrina

A esto se le suma la falta de un catastro técnico georreferenciado que determine por dónde pasan las conexiones de agua y cuál es su estado actual. Esta herramienta permite recoger información de la infraestructura sanitaria de agua para consumo humano y aguas residuales.

Un reporte de monitoreo a la estrategia de actualización catastral elaborado por el Organismo Técnico de la Administración de los Servicios de Saneamiento (OTASS) en el 2020, indica que la empresa prestadora de servicios (EPS) Sedaloreto tiene apenas un “avance intermedio” en esta tarea.

Si hablamos de distribución, como en el caso de Belén, donde la mayor parte de viviendas conectadas a una red de agua potable o tratada se concentran en el área urbana, nos queda un panorama aún más crítico. De 58 centros poblados rurales que conforman el distrito solo nueve cuentan con agua vía red pública o pilón, según el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis).

Esto se replica en toda la región, ya que de 2.552 centros poblados rurales, solo 280 cuentan con algún tipo de sistema para acceder a agua potable o tratada.

“El problema en la zona rural es la falta de energía. En los pueblitos de la orilla la situación puede ser a veces manejable porque con una moto bomba que funciona con combustible puedes jalar agua, pasarla por la pileta y así la gente ya tiene agua de calidad. Pero los pueblitos que están más adentro, ahí no se puede. Se debe hacer un pozo artesano y sumergir una bomba. Pero ¿cómo funciona? Si necesitan combustible y no pueden pagar, son muy pobres”, finaliza el ingeniero.

Sin agua, sin salud

Israel Rodríguez Cahuaza es pescador y surca el río Itaya, Nanay y Amazonas casi a diario desde muy pequeño. Esta actividad es su vida, pero pronto tendrá que dejarla porque ha decidido buscar un mejor futuro para sus hijos. “Tengo 45 años, he nacido aquí y desde antes de que naciera ya se sufría por no tener agua. ¡Lo más básico y no tenemos! Me hace sentir mucha tristeza tener que dejar mi pueblo, pero acá no se puede salir adelante”, reflexiona el también exdelegado del sector II de San José de Belén.

Para él, la falta de acceso a este recurso tiene graves consecuencias y la principal es el estancamiento de su población. “¿Qué genera la falta de agua? Pobreza, la gente no sale adelante, se retira, se va a otro sitio a vivir porque no nos dan las facilidades acá, los chicos no se desarrollan igual”, argumenta.

Si bien existen diversos factores que estructuran la pobreza en Belén, uno de los más palpables es la falta de servicios básicos, en especial, el acceso a agua potable o tratada. Cuando esto sucede, como indica Rodríguez, los menores de edad no pueden desarrollarse de manera óptima y esto parte de las condiciones de salud que deben enfrentar desde muy temprana edad.

La señora Viviana Aguirre trasladando poco a poco hacia su casa el agua que ha cargado en su peque peque. Foto: Marco Cotrina

De acuerdo a la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) del 2020, el 53% de niños y niñas de 0 a 3 años padece anemia en Loreto. Según el médico Luis Hercilla Vásquez, infectólogo del hospital Alberto Sabogal Sologuren de EsSalud, la anemia en contextos con falta de acceso a agua potable o tratada suele estar asociada a cuadro de parasitosis.

“El síntoma más frecuente siempre va a ser la diarrea, porque funciona como un mecanismo de defensa para que el cuerpo pueda eliminar las bacterias o gérmenes que lo han infectado. Los parásitos son algo serio también, porque condicionan los temas de desnutrición, exponiendo mayormente a los niños y niñas a cuadros graves de anemia. Esto sin duda, afectará su desarrollo físico y cognitivo”, explica.

Considera que esto se debe a que, ante la falta de agua potable o tratada, acceden a este recurso a través de fuentes directas como en el caso de Loreto, donde la lluvia o el río son importantes proveedores. “Estas aguas contienen una serie de bacterias y gérmenes propios del mismo ecosistema. Esto se manifiesta en una serie de patógenos como la salmonela, la escherichia coli, el cólera, las también conocidas como ‘amebas come cerebro’ y una serie de hongos que afectan la piel”, añade el especialista.

¿Y la voluntad política?

Las problemáticas que se generan por la falta de acceso a agua potable o tratada en Loreto se tienen plenamente identificadas. Incluso, la Defensoría del Pueblo publicó este año un boletín sobre la cobertura del recurso hídrico en la región, el mismo que revela las actuales condiciones de este servicio y la falta de acción del Estado para atenderlas.

Para Segundo Urquiza López, miembro del equipo técnico de la unidad de saneamiento básico de la dirección de salud ambiental de la Dirección Regional de Salud (Diresa) en Loreto, el abastecimiento de agua en la región es crítico, especialmente en las zonas rurales y con afectaciones ambientales como la zona del circuito petrolero.

Cuenta que entre el 2014 y 2015 se instalaron 65 plantas compactas de tratamiento de agua a través de un programa del Ministerio de Vivienda Construcción y Saneamiento (MVCS) en algunas comunidades indígenas de la cuenca del Pastaza, Corrientes y Marañón que estuvieron bajo la vigilancia de la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa); sin embargo, fueron insuficientes para la amplitud territorial del área y no se les ha dado continuidad.

“Por ejemplo, la capital de Trompeteros es Villa Trompeteros (provincia Loreto), tiene un aproximado de 3.000 habitantes, hemos vigilado su agua hace un par de meses y no tienen ni una sola planta de tratamiento de agua. Le consultamos a una de las regidoras por qué y me respondió que la que se estaba construyendo por el programa del MVCS fue observada y abandonaron el proyecto. Igual pasa en San Lorenzo, imagínese cómo están las demás comunidades”, cuestiona el representante de la DIRESA.

La República solicitó una entrevista con el viceministro de construcción y saneamiento o algún representante de su despacho, pero nos indicaron que no sería posible y que emitirían un documento sobre la problemática del agua en Loreto. Hasta el momento, este último tampoco ha sido remitido a nuestro medio.

El agua a la orilla del río Itaya, contaminada y con desperdicios. Foto: Marco Cotrina

Soluciones ciudadanas

Pero cuando el Estado no se hace presente, los ciudadanos buscan alternativas para solucionar sus necesidades, como el caso de la señora Priscila Pahuaba Florides, quien es la primera mujer de su centro poblado en convertirse en operadora de agua. Ella fue capacitada para manejar una pequeña planta de tratamiento impulsada por una ONG y el trabajo comunal de las Juntas Administradoras de Servicios y Saneamiento (JASS).

“Lo que me hizo asumir esta tarea fue ver que los hombres no querían aceptar, entonces, en vista de que no había voluntarios, fue que yo dije: acepto. Para mí ha sido muy interesante aprender a tratar el agua, me gustaría aprender más todavía, porque no me va a servir solo a mí, sino que también podré enseñarles a otras personas más que quieran aprender”, afirma, con determinación.

Iniciativas de este tipo son, para Edwin Cordero Villegas, ingeniero ambiental especialista en tratamiento de aguas, el camino para atender los problemas de acceso a agua potable o tratada en Loreto. Explica que existen tecnologías que se pueden adecuar a las diferentes realidades de la región, pero que para hacerlo hace falta un programa integral y mucha decisión política.

Familia de Priscila Pahuaba, mujer que se ha capacitado para manejar la planta de agua comunal del sector I de San José en Belén. Foto: Marco Cotrina

“Pensar que puede hacerse un mini Sedapal en cada comunidad es ilógico, puede ser una PETAP o diseñar infraestructura de acuerdo al territorio y funcionaría. Se pueden aplicar procedimientos no convencionales en el tratamiento de aguas, pero hace falta decisión política e información, promover la cultura ambiental, el MVCS tiene los recursos económicos y profesionales para hacerlo, tienen que descentralizar”, sentencia.