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Puno y Madre de Dios: precariedad y desinformación frenan vacunación

Junto con Loreto, ambas regiones presentan las coberturas de vacunación contra la COVID-19 más bajas en todo el país. Limitaciones en el acceso, problemas de desinformación, lotes que llegaron tarde y miles de dosis que aún no se aplican entorpecen el proceso en Puno y Madre de Dios.

Por: Alexis Revollé / Unidad LR Data
Publicado el 25 de noviembre de 2021

La reciente disposición del Gobierno que convierte al carné de vacunación en requisito para ingresar a espacios cerrados y acudir a ciertos centros laborales exige una nueva evaluación de los avances que ha logrado, hasta el momento, el proceso de inmunización contra la COVID-19. Si bien la aplicación de dosis avanza a ritmo sostenido desde hace varios meses, la evolución ha sido desigual a nivel territorial. Mientras algunas regiones, como Tacna o Arequipa, alcanzan picos de cobertura de casi el 90% de la población objetiva, otras han quedado rezagadas y superan apenas el 60%.

Este es el caso de Puno y Madre de Dios, que, junto con Loreto, presentan las coberturas de vacunación más bajas en todo el país. El portal Reunis del Ministerio de Salud (Minsa) señala que, al cierre de este informe, 385.793 personas han completado su vacunación con dos dosis en Puno, cuya población es de 1.233.277 habitantes. 

Por su parte, en Madre de Dios, que cuenta con un total de 179.688 habitantes, 56.261 tienen vacunación completa. Aunque las cifras se quedan cortas si se comparan con el despliegue de inmunización en otras zonas del país, cada caso ha presentado una serie de factores que explican el retraso, de acuerdo a las fuentes consultadas para este informe.

En Puno, según funcionarios de su Dirección Regional de Salud, en reiteradas ocasiones no recibieron las dosis que el Gobierno central, desde Lima, se había comprometido a enviar, un descuido que entorpeció el proceso. A ello se ha sumado el rechazo al fármaco en algunos sectores de la población, producto de la desinformación; e inevitablemente las limitaciones en el acceso debido a la ausencia de un sistema sólido de inmunización, problema que se agudiza por las condiciones geográficas de la región.

Madre de Dios vive una situación similar, sobre todo en el desafío del acceso, a causa de su distribución territorial. Autoridades sanitarias indican, además, que han tenido inconvenientes con algunas comunidades que se resisten a recibir la vacuna. En suma, una situación que mantiene a miles de ciudadanos sin protección contra la COVID-19.

La carrera por la vacunación en Puno

“Cuando empezaron a llegar las dosis de la vacuna, las recibimos con mucha esperanza. Nuestra población objetiva es de casi un millón de personas, y queríamos lograr el objetivo avanzando a paso firme. Pero, desde agosto, empezamos a tener problemas. Desde la capital nos prometían vacunas que al final no llegaban. Varias veces hemos tenido que cerrar los locales de vacunación por falta de dosis, porque no enviaron el lote que esperábamos”, afirma Jorge Enrique Sotomayor, Director Regional de Salud de Puno.

Un acercamiento más profundo a las cifras permite dar luces sobre el asunto al que alude el titular de la Diresa Puno. De acuerdo con Cenares, a dicha región se han distribuido 2.035.914 dosis, de las cuales se han aplicado 927.602 a la fecha. El avance ha sido positivo en los casos de las vacunas de Pfizer y Astrazeneca, con porcentajes de aplicación de 51% y 88% respectivamente. Sin embargo, el panorama es radicalmente distinto con el suero fabricado por Sinopharm. Apenas un 28% de las dosis de este laboratorio se han aplicado. Es decir, al menos 7 de cada 10 no se han administrado todavía.

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“En la región hay temas complejos de desconfianza con ciertas vacunas, sí, pero también es cierto que la gestión no ha sido la mejor. Tenemos una suma importante de dosis que no se han aplicado y que están allí, que muchos puneños tendrían que haber recibido ya. Las autoridades no solo deben señalar la demora en la llegada de lotes. También hay que asumir responsabilidades para acelerar la aplicación de la vacuna”, sostiene, desde Puno, Maritza Castro, investigadora y experta en salud pública.

La pregunta en este escenario es si la población en Puno rechaza una determinada vacuna o si la administración regional está siendo deficiente. Si bien no parece ser casualidad que, precisamente, sea sobre la vacuna de Sinopharm que más desinformación se ha esparcido por medios de comunicación, los números revelan una situación poco favorable en la proporción entre distribución y aplicación de las dosis, que podría significar algo más complicado que una cuestión de desinformación. El resultado de ello, en definitiva, es la región con menor avance entre dosis distribuidas y dosis aplicadas en todo el país.

Consultado sobre ello, Sotomayor apunta otro problema, asociado a la precariedad del sistema sanitario. “Hay muchos pobladores que todavía se rehúsan a recibir la vacuna, no solo en comunidades indígenas, también en la ciudad. Pero no hay que olvidar también que hemos corrido como en una carrera para resucitar un sistema de salud que estaba muy mal. Desde antes de la pandemia, Puno era uno de los departamentos con peores índices de inmunización. No teníamos redes territoriales para las coberturas, no había espacios para vacunar”, refiere el funcionario.

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Un dato importante es la cantidad de dosis que se ha enviado allí en comparación con otras regiones de similar población. A Cajamarca, por ejemplo, que alberga 1.455.245 habitantes, se ha distribuido hasta ahora 2.599.312 dosis. A Lambayeque, donde habitan 1.325.912 personas, se enviaron 2.380.163.

“Varias veces nos hemos reunido con funcionarios del Minsa y nos han señalado su preocupación por proveer de vacunas a todas las regiones. Lo que nos dicen es que se trata de temas logísticos, y se comprende: la lejanía, las complicaciones geográficas. Ojalá que puedan resolverse esos inconvenientes antes de que acabe el año”, manifiesta Sotomayor.

Una revisión sobre las cifras consignadas por el Minsa respecto al caso de Puno constata que, en efecto, se trata de una región que nunca alcanzó picos altos de aplicación de dosis, ni siquiera en fechas especiales como la Vacunatón o el Vacunafest. El día con más dosis aplicadas fue el 11 de agosto, un mes que marcó un aumento importante en el despliegue de inmunización de la región. De nuevo, si se toma en cuenta el mismo dato —es decir, día con más dosis aplicadas— en regiones con similar población, aparece una distancia considerable.

Tomando a Lambayeque y Áncash como referencias —de nuevo, regiones con similar población—, la diferencia es notable. En la primera, se inocularon 50.240 dosis el 9 de setiembre, el día con la aplicación más alta. En la segunda, 52.532 el 8 de setiembre. En Puno, sin embargo, en la fecha más fructífera en materia de vacunación el pico llegó apenas a 13.886 dosis aplicadas.

Para explicar todo ello, además, se hace imprescindible echar un vistazo al componente pluricultural de la región. “El problema de la desinformación ha sido difícil de combatir en ciertas comunidades. No hay que olvidar que en Puno habitan tres principales comunidades indígenas: Aimara, Uro y Quechua. Introducir la aceptación del medicamento en esta población puede ser complicado. Ya se han reportado casos reiterados de pobladores aimaras que han rechazado la vacuna”, apunta Castro.

Producto de ello, hay zonas en Puno donde la cobertura de vacunación contra la COVID-19 supera apenas el 20%, como el caso de la provincia de Sandia. “En este tipo de situaciones la voluntad de las autoridades debe ser férrea, hay que estar ahí, buscar a la población, explicarles los beneficios para su salud sin perder de vista la subjetividad del otro. No rendirse ante el primer indicio de rechazo. Un enfoque intercultural, en ese sentido, se hace bastante necesario”, señala Hernán Cáceres, antropólogo y especialista en políticas públicas interculturales.

Los desafíos internos de Madre de Dios

Al cierre de este informe, en el distrito de Laberinto, ubicado en la provincia Tambopata, la cobertura de vacunación completa es de solo 16%, lo que significa que menos de 1 de cada 5 de sus habitantes están inmunizados contra la COVID-19. ¿Por qué este retraso tan significativo, mientras el resto del país parece avanzar a paso firme en la aplicación de vacunas? Las variables que confluyen en este caso tienen que ver, sobre todo, con dos aspectos clave: acceso y desinformación.

Así lo explica Glady Taboada, Directora de la Promoción de la Salud de Diresa Madre de Dios. “Junto con Loreto, nosotros somos probablemente la región con más limitaciones de acceso para hacer llegar las vacunas a nuestra población. Hay zonas a las que solo podemos llegar en helicóptero, coordinando acciones con el Gobierno Regional. La movilidad, llevar los equipos, conservar las dosis que nos llegan, todo se hace difícil por ese inconveniente. Y tenemos población que todavía es reacia a la vacuna”, sostiene.

Se trata de una problemática que afecta a la salud pública de la región con menor población en el país, según cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Por su reducida cantidad de habitantes —en comparación al resto de regiones—, se podría pensar que Madre de Dios pudo ser lo contrario: un ejemplo de cobertura a buen ritmo en materia de vacunación contra la COVID-19. Lo cierto es que el avance es pausado y, si bien aumentó desde setiembre, no ha conseguido una estabilidad que dé como resultado proteger a buena parte de la población.

El registro del Minsa muestra, además, un descenso notable de aplicación de dosis en Madre de Dios a inicios de noviembre. En esos días, la vacunación diaria se redujo a cantidades casi imperceptibles. “Cuando empezó el mes tuvimos el problema de que no teníamos vacunas para suministrar. porque no llegaban nuevos lotes. Después vinieron de Sinopharm y Astrazeneca y esas estamos poniendo ahora. Nosotros queremos vacunar todos los días porque nuestra población lo necesita. Solo que no contamos siempre con los recursos”, precisa Taboada.

De acuerdo a Cenares, a Madre de Dios se han distribuido 288.602 dosis, de las cuales se han aplicado 144.562 hasta el 21 de noviembre. La mayoría de estas (61.915) han sido del laboratorio Pfizer, mientras que las que menos se han aplicado son de Astrazeneca (32.827), dato comprensible si se considera que han sido las de llegada más reciente a la región. Un apunte insoslayable, no obstante, es que los lugares donde menos aplicación se ha dado guardan relación con mayor presencia de comunidades nativas, en las provincias Manu y Tambopata.

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Juan Manrique, miembro de la Federación Nativa del Río de Madre de Dios y Afluentes (FENAMAD), explica que de momento hay una comunicación activa entre las comunidades nativas de la región y el Gobierno Regional. “Estamos haciendo lo posible para que nuestras comunidades se vacunen, dialogando con las autoridades. Lo que pasa es que, por más que muchos de nosotros confiemos en la vacuna, todavía no llega a algunos puntos”, lamenta.

La doctora Taboada recuerda, asimismo, que Madre de Dios es la región con menos fallecidos por COVID-19 a la fecha. Para la especialista, que sea la única con menos de mil muertes por la pandemia, puede facilitar que la propia población vea el peligro de contagio como un problema no tan grave. En tanto, ninguna de sus provincias alcanza, hasta ahora, un 50% de cobertura de vacunación completa.

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“Acá no hubo tantas muertes como en otras regiones, entonces muchos de nuestros habitantes no han vivido en carne propia, por pérdida de familiares, digamos, los males del virus. Eso no quiere decir que está bien que no se vacunen, pero explica un poco que a veces no tengamos la disposición que se esperaría de las personas para acudir a centros de vacunación. Estamos haciendo lo posible por explicarles lo necesario de este proceso”, remarca.