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Ollas comunes reciben migajas y las raciones no alcanzan

Las canastas que reciben las ollas comunes por parte de Qali Warma apenas duran un par de días y, a más de un año de la pandemia, estas siguen resistiendo a base de autogestión y donaciones. Las lideresas reclaman más recursos para combatir el hambre de los más vulnerables y se exige un cambio en la estrategia de apoyo que, a causa de la burocracia, solo genera más abandono.

Por: Abel Cárdenas / Unidad LR Data
Publicado el 27 de agosto de 2021

Los días para Abilia empiezan a las 4 de la madrugada. Cuando el claro de la mañana recién se aproxima, ella se junta con las lideresas de la comuna 15, en las alturas de San Juan de Lurigancho (SJL), para viajar hasta el Mercado Productores a recoger los alimentos que les donan algunos comerciantes. Al volver, se reparten los productos por igual y cada una lleva lo recolectado hacia su zona.

Luego empieza a cocinar, reparte los platos que elaboran y, por la tarde, se junta con sus vecinas para la venta de cachangas o caldo de mote. Al caer la noche, una nueva reunión se acerca, esta vez es con las lideresas de otros distritos para coordinar solicitudes de apoyo que van a enviar a organizaciones sociales, ONGs o a las parroquias, y también para organizar otras actividades.

De esta forma, Abilia y sus vecinas han sostenido su olla común Nueva Esperanza, fundada el 20 de marzo de 2020, días después de iniciada la cuarentena nacional a causa de la llegada del coronavirus al país.

Su logro ha sido casi totalmente a base de autogestión, como históricamente lo han hecho tantas ollas comunes más, espacios comunitarios que se activan en situaciones de emergencia a fin de paliar el hambre en los sectores más pobres del Perú, allí donde las autoridades prometen llegar pero pocas veces cumplen su palabra.

Luego de una larga jornada, Abilia, con el rostro cansado, asegura que, durante lo que va de la pandemia, no ha recibido mucho apoyo de parte de las autoridades y se han presentes solo por momentos, a través de la distribución de canastas enviadas por el Programa Nacional de Alimentación Escolar Qali Warma, adscrita al Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis).

Sin embargo, la también representante de la Red de Ollas de SJL, explica que la cantidad de alimentos que envían desde Qali Warme son escasos para el amplio número de personas que las ollas alimentan a diario.

Según información del Midis y a través de una corroboración con las lideresas de varios distritos limeños, se pudo comprobar que las últimas canastas enviadas a estas ollas comunes contienen lo siguiente: una lata de atún, dos tarros de leche, un cuarto de kilo de avena, un kilo de arroz, medio kilo de fideos, un kilo de frijol, medio kilo de lenteja, medio kilo de arveja, medio kilo de azúcar y un litro de aceite.

“En la última entrega nos han dado 20 canastas. Aquí se cocinan de 12 a 15 kilos diarios de arroz (para unas 80 personas). Entonces, si recibimos 20 kits y en cada kit viene un kilo de arroz, no nos alcanza ni para dos días”, narra Abilia.

Lo mismo ocurre en la olla Virgen Milagrosa, ubicada en la parte alta de Villa María del Triunfo (VMT), en la zona de Cercado, a donde solo se puede acceder a través de mototaxis y que en invierno no llegan, a causa de los fangos de lodo que deja la lluvia y que provocan que el traslado de alimentos sea más complicado.

Lourdes Souza, lideresa de la olla, menciona que la última entrega de canastas de Qali Warma, realizada en las primeras semanas de agosto, recibieron un total de 30 por parte de la municipalidad de VMT pese a que actualmente dicha olla sostiene a 20 familias (80 personas aproximadamente). La cantidad enviada no es suficiente para cubrir las necesidades de los beneficiarios.

“Nosotros preparamos 13 kilos diarios de arroz y las 30 bolsas que nos dan tienen 30 kilos. Eso nos alcanza solo para dos días”, sostiene preocupada, Lourdes.

Fortunada Palomino, presidenta de la Red de Ollas de Lima Metropolitana, asegura que “existen ollas comunes con 100, 150 y hasta 200 beneficiarios, para los cuales se prepara entre 25 a 30 kilos de arroz diarios, y lo que viene en las canastas no alcanza ni para un día en estas ollas.”

De acuerdo a los cálculos del Midis, las canastas entregadas deberían alcanzar para un mes. En realidad, no duran más que unos cuantos días.

Otro problema que advierten integrantes de la Mesa de Trabajo de Seguridad Alimentaria, creada en febrero 2020 por la Comisión de Salud Pública y Desarrollo Social de la Municipalidad de Lima e integrada por organizaciones de la sociedad civil, ONGs, la FAO, Defensoría del Pueblo, Midis, Ministerio de Salud, Sedapal y otras, es el valor nutricional que contienen las canastas. De acuerdo a estos, lo que envía el programa Qali Warma incluye alimentos procesados que no llegan al 50% del valor nutricional que exigen, por lo que elaboraron una propuesta de canasta que alcance el 100%.

Es importante mencionar que para que una dieta o canasta esté balanceada nutricionalmente debe contener alimentos que aporten los 3 macronutrientes necesarios: carbohidratos, proteínas y grasas.

En el siguiente cuadro hacemos una comparación entre los productos que tienen las canastas que entrega Qali Warma a las ollas comunes actualmente y la propuesta que realizó la Mesa de Trabajo de Seguridad Alimentaria de la Municipalidad de Lima.

Canasta de Qali Warma
(según Midis)
2 tarros de leche evaporada
1 kilo arroz
1/2 kilo fideos
1/4 kilo de avena
1 conserva de pescado
1/2 kilo azúcar
1 aceite vegetal (1 litro)
1/2 kilo lenteja
1/2 kilo arveja partida
1 kilo frijol
Propuesta de la Mesa de Seguridad Alimentaria (100% nutricional)
1 leche evaporada entera
1 kilo arroz fortificado
1 kilo fideos
1 kilo avena
1 filete de atún con aceite vegetal
1 kilo azúcar rubia
1 litro aceite
1 kilo lentejas
1 kilo harina de trigo
1 kilo quinua
1 kilo huevos
1 kilo carne
1 kilo frutas/verduras

La propuesta fue planteada al Congreso anterior a través de la congresista Mirtha Vázques, pero no fue aprobada.

Más presupuesto

Pese a que inicios de este año, el Congreso aprobó la Ley 31126, que reconoce a las ollas comunes dentro de las organizaciones que asisten a las poblaciones vulnerables en medio de la emergencia sanitaria de la COVID-19 y las faculta para recibir recursos públicos, las coordinaciones para que se haga efectiva la ley no han dado frutos positivos para las ollas.

Fortunata Palomino comenta que, debido a la presión que realizaron al Midis, junto a la Mesa de Trabajo de Seguridad Alimentaria, se pudo lograr un avance con respecto a la entrega de un presupuesto a las ollas, pero no se ha conseguido uno para todos los distritos todavía.

En total, el Midis ha destinado 6 millones de soles, de los cuales 4 millones y medio aproximadamente están orientados a solventar la alimentación de las ollas comunes de cinco distritos de Lima y Callao, mientras que lo restante sirven para continuar con la entrega de canastas a las poblaciones vulnerables del resto de municipios.

“A través de la Mesa de Trabajo presionamos para que nos den un presupuesto. Solo han aprobado para cuatro distritos de Lima y uno del Callao, a los demás se les va a dar como personas vulnerables, ahí le entregan a cada persona, pero cuando dicen ollas comunes, lo poco que dan va para las ollas”, precisa Abilia.

La República se comunicó con el Midis y con el programa Qali Warma para poder ahondar sobre las necesidades de las ollas comunes así como su percepción sobre la problemática; sin embargo, hasta el cierre de este informe no se pudo concretar una entrevista.

Asimismo, es importante mencionar que, durante su presentación ante el Congreso, el premier Guido Bellido señaló que este gobierno destinará un presupuesto de poco más de 52 millones de soles para atender a las ollas comunes.

“Para fines del año 2021 se entregarán 1,178,871 canastas de alimentos, con un presupuesto de S/ 52,467,371; mientras que para el 2026 se entregará un total de 1 millón 483 mil 583 canastas de alimentos”, precisó.

No obstante, Fortunata Palomino remarcó que dicho monto es insuficiente para atender las demandas de todas las ollas a nivel nacional, por lo que espera que se aumente el monto en el presupuesto nacional de 2022.

Una salida al problema de fondo

La situación presentada a lo largo de esta nota corresponden, en gran parte, al diseño o estrategia que usa el gobierno para combatir el problema del hambre que actualmente viven las familias más vulnerables de nuestro país, afirma Alain Santandreu, sociólogo, miembro del Consorcio por la Salud, Ambiente y Desarrollo (ECOSAD) e integrante de la Mesa de Trabajo de Seguridad Alimentaria de la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML).

El especialista explica que en nuestro país, históricamente, se ha aplicado “el enfoque de complementación alimentaria, a través del cual el Estado reconoce que existen personas que no pueden adquirir alimentos por sí solos o no tienen un acceso total a ellos. Es decir, no pueden acceder al 100% de alimentos que necesitan y por eso el Estado lo complementa. La figura más conocida es la del comedor popular.”

Este enfoque se basa en tres pilares fundamentales: la identificación de la población vulnerable, la distribución de recursos y el fortalecimiento y monitoreo de las organizaciones.

Al llegar la pandemia y posteriormente la declaración de emergencia sanitaria, el gobierno de Vizcarra y luego el de Sagasti decidieron seguir con la aplicación de esta estrategia de complementación alimentaria, a través de la cual se entregan canastas de Qali Warma a las poblaciones vulnerables vía las municipalidades.

Para Santadreu y el equipo de la Mesa de Trabajo de Seguridad Alimentaria, este esquema no funciona para una situación de emergencia. Primero porque el diseño no ha contemplado la aparición de más población vulnerable, ya que solo se ha basado en la data del SISFOH, que ha tenido problemas de actualización ( y se ha notado en la entrega de los bonos), y también por la falta de registro de las ollas comunes, que no se ha concretado a la fecha.

Además, la distribución de los recursos se ha visto afectada por problemas burocráticos, que incluyen a actores como las municipalidades, que carecen de una capacidad de registro, almacenamiento o distribución de alimentos. Asimismo, no hay una correcta fiscalización, por lo que muchas de ellas han usado las canastas para hacer clientelismo político, a través de la creación de ollas fantasma.

Finalmente, porque no se ha contemplado las particularidades de las ollas comunes, las cuales tienen diferencias con respecto a los comedores. Tampoco se les termina por reconocer formalmente ni se les ha entregado un presupuesto adecuado para continuar con la labor que realizan. Todo esto ha provocado que, a más de un año de la pandemia, gran parte de la población más pobre no reciba ninguna ayuda de las autoridades.

Ante esta problemática, ocasionada por el enfoque de complementación alimentaria que han seguido los gobiernos, Santandreu y la Mesa de Seguridad Alimentaria han propuesto un nuevo enfoque de emergencia alimentaria que va de la mano con la ayuda alimentaria. Esta propuesta plantea dos estrategias para dos momentos claves, el primero es para la atención inmediata de las ollas:

“El enfoque de la emergencia alimentaria es para ahorita, no para el próximo presupuesto. Ahorita se necesita darle alimentos a las ollas. Para eso necesito darle recursos que no están presupuestados en el Midis ni en ningún lado. Y con un enfoque de ayuda humanitaria, es decir, llega el ejército y entrega los alimentos o se dan tarjetas (giftcard) para que las lideresas compren sus alimentos, pero no lo hago pasar por las municipalidades, tiene que ir directo y constante, porque la gente come todos los días.”

La segunda estrategia radica en incluir a las ollas comunes dentro del presupuesto general del próximo año con el fin de garantizar su continuidad, ya que la emergencia sanitaria y por ende la alimentaria todavía seguirán en el país por unos años más. Asimismo, establecer un nuevo marco legal que no solo contemple la figura de “poblaciones vulnerables”, sino también a las ollas comunes.

Finalmente, con respecto a la cantidad de productos que Qali Warma envía actualmente a las ollas, Santandreu considera que se debe al poco presupuesto destinado para la enorme labor que realizan estos espacios de autogestión comunitaria.

“Lo que están entregando ahora es muy poco. No hay recursos. El Midis está realizando un esfuerzo y eso hay que reconocerlo, pero es absolutamente insuficiente. No deja de ser curioso que los gobiernos pongan muchos recursos para la recuperación económica y no para combatir el hambre de las personas. Parecería que cierta población le es prescindible. Parece que a nadie le preocupa eso”, sentencia.