Por: Pamela Huerta y Milagros Requena
Publicado el 19 de enero de 2023
Este 19 de enero es la Marcha en Lima, o el llamado Paro nacional, un evento que reúne a diversos manifestantes de las regiones del interior del país que van llegando a la capital y que se están alojando previamente en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). LR Data entrevistó a algunas personas para escuchar su sentir tras una larga travesía desde Puno, Cusco, Ayacucho y Apurímac.
Ellos, tal como nos relataron, vienen con un compromiso asumido: el no volver a sus pueblos hasta que Dina Boluarte renuncie, y así se dé paso a un adelanto de elecciones más pronto que tarde.
Desde Cusco, un profesor jubilado describe así sus consignas en Lima. “En primer lugar, adelanto de elecciones este año; ya ha dicho el Jurado Nacional De Elecciones (JNE) que se puede hacer en octubre y la segunda vuelta en noviembre. Segundo, la renuncia de la señora Dina Boluarte. Acá no estamos pidiendo otra cosa, no estamos pidiendo que regrese Castillo, ya metió la pata al hacer el golpe de Estado. Nosotros no queremos eso”, aseguró. Cabe mencionar que un adelanto de elecciones inmediato, respetando los plazos de ley, solo es posible tras la renuncia de la autoridad de turno.
Estas solicitudes son las que asumen varias de las personas alojadas en el campus universitario de la Decana de América, quienes esperan que renuncie la jefa de Estado y, con ello, se adelanten los comicios generales, aunque algunos reclamos también incluyen una nueva constitución a través de una asamblea constituyente.
“No somos terroristas”
Los ciudadanos de regiones deben revivir el trauma del pasado ante cualquier acto violento que se suscite en la actualidad. Pero, dentro del campus universitario, lo único violento que se evidencia son los insultos de algunos transeúntes, ciclistas o conductores que gritan desde las calles. “Terroristas”, “senderistas”, “delincuentes”, “serranos de…” y demás improperios se escuchan. No obstante, los manifestantes hacen caso omiso a ello, cansados de escuchar siempre lo mismo, como señalan.
Para un ciudadano ayacuchano, joven agricultor e hijo de asháninkas, estos señalamientos son una falta de respeto no solo para él, sino para todo el pueblo peruano. “A los que venimos de provincias nos duele que nos llamen terroristas o vándalos. Nosotros hemos venido a hacer marchas pacíficas, pero siempre la Policía ha intentado poner ternas entre nuestros grupos y causar el caos, sembrarnos”, afirmó.
Con el mismo sentir, una ciudadana puneña de la provincia de Huancané agregó que “los limeños viven en una burbuja, no conocen la realidad, y eso es lo que nos inventan a todos para justificar los muertos”.
Lucía Santos, abogada especialista en derechos humanos, dice que en estos días las palabras terrorismo, paz y democracia han perdido casi todo sentido en la boca de los grupos de poder. “Califican, insultan de terroristas a la población que puso el cuerpo y dio la vida contra el terrorismo. No hay ofensa más grande. En los últimos días, nos queda claro que la palabra terrorista se esgrime ante cualquier persona que desafía el discurso oficial del Estado”, precisó.
El motivo de la resistencia, decía Stéphane Hessel —escritor y político francés—, es la indignación. Ese parece ser un principio universal movilizador. Para los manifestantes, que en su mayoría proceden de regiones del sur, esa indignación les impide dialogar con la presidenta Dina Boluarte. No es una opción porque no conciben que los hayan llamado terroristas o narcotraficantes intentando justificar la desmedida represión. Dicen que ella sabe que eso no es verdad, pues es su paisana y conoce cuáles son sus dinámicas de organización. “No se puede gobernar encima de 50 muertos”, señaló tajantemente un negociante cusqueño.
El financiamiento para venir a Lima
En la UNMSM se activaron las ollas comunes, los donativos, los actos culturales y los pagos a la tierra. En unas carpas ubicadas a aproximadamente 50 metros de la puerta 3 en la avenida Universitaria, las cadenas humanas pasaban de brazo en brazo las donaciones que iban llegando. Cajas de galletas, racimos de plátanos, cajones de naranjas, paquetes de agua mineral, colchonetas, útiles de aseo, ropas y mantas. Para las 8 de la noche del día 18 de enero, la Decana ya parecía un centro de abastos mayorista.
Un ciudadano cusqueño de la provincia de Canchis, docente jubilado y luchador social, expresó que es la solidaridad lo que ampara a las marchas y a la movilización. “La población, un sol por un sol, ha puesto nuestros pasajes. Ellos han financiado nuestro viaje para venir aquí. (...) Nos dicen ‘vayan a Lima, luchen’”, contó.
Otro contexto importante que no se entiende, dice otro manifestante de Cusco —un poco molesto por tener que dar explicaciones, como si su solo origen ya lo hiciera sospechoso de algo—, es que en sus pueblos perduran costumbres ancestrales como el ayni, la mita o la minka. “A nosotros nos sostiene la solidaridad, la ayuda mutua. Todo nos compartimos”, aseveró un joven comerciante también de la región.
Asimismo, están los aportes de residentes limeños de origen provinciano que se ven representados por estas comitivas de manifestantes. Ese es el caso de Jhon García, un joven profesional de Junín que se ha organizado para llevar alimentos preparados. “Tenemos que apoyar a los señores, a los amigos, a los hermanos que están en esta lucha, ¿no? No podemos ser ajenos a verlos de sed, de hambre. Más que todo, yo creo que debe reinar bastante la hermandad acá. Eso es lo que estamos haciendo, apoyándoles”, refirió el hombre, quien además menciona ser cristiano y orgulloso esposo de la cantante vernacular Anita Santivañez.
Este 19 de enero, los manifestantes advierten que marcharán pacíficamente, pero que están dispuestos a dar la vida porque saben a lo que se enfrentan con la represión policial y militar impuesta por este Gobierno. “Nosotros, así como ven, nuestro grito, nuestro puño, nada más. No tenemos armas, no tenemos bala, no tenemos nada”, exclamó un profesor jubilado de Cusco, quien no está dispuesto a regresar a su tierra sin antes haber cumplido sus objetivos.
Al cierre de este informe, diversos medios reportaron que varios de los manifestantes salieron de la universidad por una orden de desalojo. De a poco, las personas alojadas en el campus universitario se dirigieron a otros lugares o a las preconcentraciones dispersas en toda la ciudad.